jueves, enero 11, 2007

Visita al neurologo sin medicacion y casita



Escrito del libro "El Parkinsony yo"
Fotografia es "Nevada vista desde mi ventana"
La consulta del Neurólogo


Cuando vas a la consulta del neurólogo, según vea tu estado te cita con mas o menos tiempo de intervalo..., mi cita se acercaba y aunque no pensaba frecuentemente en ella sí sentía miedo de cómo lo pasaría. Una vez finalizada la temida consulta me encuentro muy cansada pero contenta por habérmela quitado de encima y como la experiencia vivida ha sido diferente a otras veces creo interesante plasmarla en estas páginas.

Como ya he comentado en otra parte del libro, mi neurólogo, en vista de que en mis dos anteriores consultas no pudo ver en que estado se enconaba mi EP por no tener en esos momentos “yuyus” y encontrarme bien, me mandó que en la siguiente visita fuera a verle sin tomar medicación desde el día anterior para ver realmente cómo me encontraba.

La consulta era a las 10 de la mañana y mi última toma de medicación había sido a las 11 de la noche anterior. Como la noche fue sido “toledana” mis “yuyus” fueron tan fuertes que en algunos momentos creí que me faltaba hasta la respiración.

Antes de que amaneciera me dediqué como buenamente pude a mi aseo personal y tengo que confesar que al no poderme maquillar no pude ir en plan "señora" a la consulta. Salimos de casa a las 8´15 de la mañana ya que teníamos que estar a la Clínica Puerta de Hierro a las 10 y los lunes suele haber mucha caravana.

Para mi el ir en coche no es un paseo de placer... y "chupamos rueda" ni se sabe..., de pronto veo a la derecha un camión volcado..., ambulancias..., y yo aunque intentaba cerrar los ojos para hacer relajación no podía conseguirlo en absoluto. Un poco mas adelante abro los ojos y... ¡que casualidad! a mi derecha hay una persona en el suelo que la están haciendo la respiración boca a boca..., se había estrellado en su moto contra un coche y todo esto hacia que mi ansiedad aumentase y mi movilidad disminuyera...

¡Por fin, a las 10 menos 1/4 llegamos!, intento bajar del coche y nada..., “estaba pegada en el asiento”, Ángel va en busca de una silla de ruedas y me ayuda a salir del coche..., era mi primera silla de ruedas y aunque estaba un poco deteriorada, para mi era un estreno.

En alguna ocasión pensé que el día que por mi EP tuviera que usar ese “deportivo” me iba a resultar traumatizarte..., ¡pues no!, me resulto cómoda, confortable y además causé sensación, ya que cuando entramos en la sala repleta de público, (enfermos y acompañantes, yo creo que por la cantidad había de todas las especialidades) como un resorte se volvieron a mirarme y es que, aunque no iba maquillada, adopté una pose haciendo que la silla de ruedas pareciera UN TRONO.

Lo peor fue cuando "la del trono" tuvo que entrar a los lavabos y como ni Ángel ni yo tenemos experiencia en tronos ni en deportivos, en “ese sitio” no podía entrar el TRONO CON LA REINA... (bueno lo de reina es por decir algo). La reina entró como si se hubiera tomado una botella entera de ginebra..., dando tumbos. A todo esto la “concurrencia” no perdía ni lo mas mínimo de la actuación de la "reina deteriorada". Me vuelvo a instalar en el "Trono" y espero a que me llamen.

Por los altavoces una voz femenina dice mi nombre, acompañado de "pase a neurología". La voz no se de quien era pero a mi me resulto como si un ángel (y no el mío) me dijera que me quedaba menos para salir del infierno. Cuando entro a la consulta y me pregunta el Dr. un poco asombrado de cómo una persona puede cambiar tanto, antes y después del haber tomado el "Cola Cao", me dice: ¿que tal Maria?, y yo, sin cortarme para nada le he contestado: MUY J..... y no cuente conmigo para volver a venir sin medicación. Sonriendo nos dice que ha estado de viaje con nuestro amigo el Dr. Javier López del Val que para quien no tiene el gusto de conocerle diré que es un gran neurólogo de Zaragoza que participa en el Foro.

Empezamos haciendo redondelitos con los dedos..., seguimos con el zapateado de las puntas de los pies..., enseñándole las manos por arriba y por abajo..., (no creo que fuera para ver si estaban limpias por los dos sitios ya que por la rapidez que me mandaba hacerlo no le hubiera dado tiempo a comprobarlo)... y todas esas cosas raras que nos mandan hacer, que para mi han dejado de ser raras porque me explicó para que sirven.

Coge su cámara de video... y empieza a filmarme... y aquí esta mi duda: ¿por qué me filmaba?... ¿por el trono?... ¿porque Javier era nuestro amigo?... ¿porque quería unos primeros planos para la revista del corazón o para la mesilla de noche?... Después de todo esto, me dice que me tome la medicación y que espere en la sala para pasar otra vez cuando hubiera hecho efecto.

Nuevamente mi entrada a la sala en el "trono" fue seguida por la concurrencia y los veinte minutos... LA REINA SE LEVANTA DEL TRONO y anda con firmeza y seguridad. La concurrencia asombrada contempla el milagro quedándose atónitos y algunos casi tienen que ser atendidos por el equipo de sanitarios.

Destituida del trono y del reinado volvemos a entrar en consulta donde me vuelve a mandar que haga todas esas cosa raras PERO QUE SEGÚN ÉL SIRVEN PARA MUCHO, me vuelve a filmar en video y me dice que me encuentra muy bien, que siga como estoy y que vuelva dentro de seis meses. Mas tarde me pregunté: ¿dónde tendré que ir a cobrar por la filmación del vídeo?.

Pido perdón si con esta parodia he podido molestar a neurólogos, enfermos o lectores ya que si no me tomo las cosas así, habría sido... bueno..., para que lo voy a decir...

Maria

lunes, enero 01, 2007

El sueño de una noche y parte de una exposicion



Fotograia mi prima y yo (Yo la mas alta)

El sueño de una noche

Hoy me he despertado mas temprano que otros días y he bajado al salón. Es casi de noche, esta empezando a amanecer y hay un silencio dentro y fuera de mi casa que parece estar acompañado de mi silencio interior, que es la paz de mi espíritu. Me he levantado despacio para no despertar a Ángel ya que me encanta verle dormir y mirándolo le digo interiormente: duerme dos horas más y dedícamelas a mi.

Mirando al exterior contemplo los montes blancos cubiertos de una espesa capa de escarcha..., ¡que frío tiene que hacer fuera! y me dirijo a ese sitio desde donde os narro mis vivencias (mi ventanal y mi mecedora), dispuesta a intentar transmitiros el sueño de esta noche.

Me encontraba muy alegre acompañada de unos niños de unos cinco años. El niño era moreno, con una cara tan expresiva que en ella se reflejaba la bondad de su corazón y la seriedad de su carácter. Al otro lado se encontraba su hermana pelirroja, muy alegre, vivaz y traviesa y los tres estábamos felices y contentos, cantando canciones que yo pretendía que aprendieran.

Sentada entre la verde hierba que se mezclaba con diversas florecillas de colores en las que no faltaban las margaritas, los niños, inseguros en su cantar, miraban el movimiento de mis labios para poder captar la entonación y la letra de la canción que yo intentaba hacerles aprender, sin dejar de coger margaritas que iban depositando en mi regazo, llegando a tener tantas que me impedían levantarme.

Ayudada por los niños fuimos haciendo ramilletes que íbamos depositando en una preciosa cesta de mimbre y que posteriormente secaríamos y teñiríamos en diversos colores. Con las flores ordenadas en la cesta emprendimos el camino hacia la casa que se divisaba a lo lejos, observando que tenia un problema en mis piernas ya que caminaba muy mal haciendo un gran esfuerzo por mi parte, y para que los niños no se dieran cuenta de mi dificultad, dibujaba en mi cara una sonrisa con la que conseguí cambiar la expresión de sus asustadas caras, por unas llenas de felicidad.

Por mas esfuerzos que hacia en disimular el arrastramiento de mis pies no podía, así que me quite los zapatos creyendo que el excesivo tacón que llevaba era el motivo de mi mal. Viendo que no lo había solucionado, y que también mi brazo izquierdo empezaba a temblar me asusté y..., en ese momento desperté comprobando que el final de mi sueño era producto de la realidad..., había llegado el yuyus y éste me estaba recordando que el tiempo de soñar había terminado. Ahora con su compañía, tenia que relajarme e intentar que este momento menos bueno se fuera cuanto antes y olvidarlo después.