Los EP y algunos y otros enfermos dicen que la enfermedad termina con los amigos, yo no estoy de acuerdo en ello: Eres tu el que te va alejando de ellos ya que en mi caso cada día tengo mas amigos. Todos saben que tengo Pk les dije que cundo no este en mis mejores momentos no me pregunten ya que seré yo la que si estamos jugando a cartas o a lo que sea les diré voy a parar un poco y es curioso sin yo decir nada ellos son los que se dan cuenta de mi mal rato, y cunado ha pasado diciendome ya te damos María. Si tu no sin quejas o les haces ver como los estas pasando, es peor, porque ellos lo saben y valoran que trates de no implicarles en esos momentos ya que a nadie le gusta estar con una persona que siempre se esta quejando
Amigas
En una ocasión que iba con una amiga de compras por una calle importante de Madrid, cuando estaba esperando para cruzar el semáforo, miro a mi izquierda y veo a un anciano sentado en un banco con un cartel que decía: soy enfermo de Parkinson, estoy solo en la vida, por favor socorrerme. La enfermedad se caracterizaba por temblores, movimientos involuntarios y otros síntomas que poca gente conoce, a no ser que sea enfermo de Parkinson o familiar y para eso tiene que estar muy al día de lo que es la enfermedad ya que hay poca gente que este informada. Sin decir nada a mi amiga, me fui hacia él, le di una limosna, y cuando regresé con mi amiga iba con los ojos llenos de lágrimas. Sin decirnos nada, cruzamos la calle encontrándonos frente a un kiosco de flores, mi amiga compró un ramo y me lo entregó diciéndome: María, no se si te servirá de consuelo, pero te quiero.
Estas tres palabras fueron muy importantes para mi y hoy al recordarlo sigo guardando un grato recuerdo de esa amiga que me hizo llegar al convencimiento de que, en esta vida existen personas que detectan el sufrimiento de las demás y que cualquier enfermo de Parkinson o de otra enfermedad crónica, necesita oír pequeñas cosas, pero que lleguen dentro de tu alma.
En una ocasión que iba con una amiga de compras por una calle importante de Madrid, cuando estaba esperando para cruzar el semáforo, miro a mi izquierda y veo a un anciano sentado en un banco con un cartel que decía: soy enfermo de Parkinson, estoy solo en la vida, por favor socorrerme. La enfermedad se caracterizaba por temblores, movimientos involuntarios y otros síntomas que poca gente conoce, a no ser que sea enfermo de Parkinson o familiar y para eso tiene que estar muy al día de lo que es la enfermedad ya que hay poca gente que este informada. Sin decir nada a mi amiga, me fui hacia él, le di una limosna, y cuando regresé con mi amiga iba con los ojos llenos de lágrimas. Sin decirnos nada, cruzamos la calle encontrándonos frente a un kiosco de flores, mi amiga compró un ramo y me lo entregó diciéndome: María, no se si te servirá de consuelo, pero te quiero.
Estas tres palabras fueron muy importantes para mi y hoy al recordarlo sigo guardando un grato recuerdo de esa amiga que me hizo llegar al convencimiento de que, en esta vida existen personas que detectan el sufrimiento de las demás y que cualquier enfermo de Parkinson o de otra enfermedad crónica, necesita oír pequeñas cosas, pero que lleguen dentro de tu alma.
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