sábado, junio 30, 2007

Nunca me senti sola



Nunca me he sentido sola.


Aunque en estos momentos me encuentro sola ante mi ordenador no siento por ello soledad y creo que nunca la he sentido, pero como mi marido tiene mucho amor a la montaña y todos los sábados en compañía de unos cuantos amigos, hacen senderismo por caminos y sendas de esta Sierra de Guadarrama, me siento feliz quedándome sola, porque le veo contento. Creo que espera con ilusión cómo van pasando los días de la semana y se va acercando el sábado, para realizar el deporte favorito que practica desde hace muchos años.

Es verdad que mi enfermedad permaneció durante muchos años sin apenas cambios, pero desde hace tres o cuatro años mi vida está más limitada. En ocasiones cuando aparecen mis “Yuyus”, mi inestabilidad es casi total llegando incluso a la inmovilidad impidiéndome andar. En estos momentos malos siento la necesidad de estar acompañada, pero si por cualquier causa, o porque mi marido practique su deporte favorito tengo que pasarlos sola, me armo de paciencia, valor y resignación forzando a mi mente para intentar lograr que no sean demasiado agresivos.

Antes de acentuarse mi enfermedad no me gustaba quedarme sola en casa y de vez en cuando lo manifestaba, pero el resultado conseguido no me agradaba ni me hacía feliz, ya que al manifestarlo mi marido renunciaba a sus montañas quedándose conmigo. Esto creaba en mi un sentimiento de culpabilidad haciendo que me sintiera peor. Y por este motivo procuré acostumbrarme a quedarme sola esas mañanas de los sábados y no sentirme mal, cambiando mis pensamientos de soledad por otros más positivos, escogiendo en mis trabajos artesanales nuevas creaciones para que al estar absorta en ellos no notara soledad. Con esta decisión mía, he conseguido que mi marido se marche a hacer senderismo sin tener sentimiento de culpabilidad por dejarme sola.

Algo parecido me ocurría con mi hijo, ya que cuando no me llamaba interesándose por mi salud o no venía a verme, sentía su ausencia y sufría calladamente por no escuchar sus palabras de aliento o de ánimo, pero esto también lo tengo superado ya que actualmente busco una justificación, y cuando viene a verme o me llama soy muy feliz porque lo hace sin que nadie se lo imponga.

Nunca he antepuesto mi enfermedad a mis deseos y jamás me he valido de ella para sentir piedad o conseguir mis objetivos, aunque la mejor medicina para mí es la comprensión, las palabras cariñosas, el entendimiento y el amor en la familia. Estoy completamente convencida de que todo lo que va ocurriendo en mi vida es el resultado de lo que yo quería que ocurriese.

Aunque se que mis hijos me quieren y sienten por mí un fuerte amor, tengo que reconocer que ellos no son como esos hijos que escriben en el foro interesándose por la enfermedad de sus padres para poder ayudarles. Tal vez sea debido al esfuerzo realizado por aparentar estar bien y no pedir ayuda, por lo que ellos tengan una actuación distinta.

Mis hijos están casados y viven en sus casas con sus propias familias, y aunque saben que tengo EP... ¿conocen en realidad la enfermedad de Parkinson y sus consecuencias?..., creo que les pasa lo que a la gran mayoría de la gente, ya que al no haber sido informados, tampoco se han interesado por buscar información. Ellos se encuentran tranquilos porque saben que soy fuerte y puedo con todo, aunque no se si con su tranquilidad me estoy beneficiando yo. En realidad creo que eso es lo que como madre quiero para mis hijos y aunque tenga que llevar la carga yo sola, espero que Dios y mi aguante me permitan poder seguir respondiendo a su pregunta de ¿cómo te encuentras?:... ¡¡Yo me encuentro muy bien!!.

1 comentario:

ALEJANDRO MUÑOZ ESCUDERO dijo...

Estimadísima María :

Confieso que he pecado de ingrato.

Hace unas semanas dejaste un maravilloso comentario en un post que Erika Contreras hizo sobre este humilde servidor.

De formas parecidas mi lucha es semejante a la tuya, aunque me llevas algunos años de ventaja.

En este comentario quiero dejarte principalmente mi cariño y admiración. Exhalas optimismo y muestras caminos que muchos de nosotros deberíamos imitar.

En mi vida de "normal" siempre me preguntaba ..."si él o ella pueden, por qué yo no"

Leyendo tu valioso testimonio he vuelto a hacerme la misma pregunta.

Gracias María, eres un matavilloso ejemplo para muchos de nosotros.

Si te sobran un par de minutos, visita mi blog (aunque carece del encanto y la poesía del tuyo)

Un abrazo fraterno y todo mi cariño

Que Dios te bendiga

Alejandro